lunes, 28 de octubre de 2013

En el esfuerzo persuasivo, sólo utilizarán la denotación para presentar el objeto e, inmediatamente cargarán el discurso de connotaciones que remuevan los más íntimos deseos del receptor o los induzcan.
Se integran elementos persuasivos que generan deseos para que necesariamente se acabe en la acción de obtener el producto.

Muchas veces la argumentación se esconde bajo una estructura narrativa: una fábula en la que determinado personaje consigue sus deseos o incluso más de lo esperado. Un leve toque emocional identificará irremisiblemente al receptor con el héroe o la heroína del relato.
Son textos “directivos”, destinados a “persuadir” al ciudadano para que haga la acción de comprar un objeto o la de asumir una idea.

 Pretenden conseguir la atención de los destinatarios mediante un discurso atrayente que genera interés.
 * Son textos no deseados, siempre presentes, que se amontonan con muchos otros en los mismos espacios comunicativos, y necesitan encontrar sitio ante el receptor.
* Se revisten entonces de las apariencias más sorprendentes y llamativas: usan códigos variados (verbales, sonoros, icónicos, gestuales, espaciales…) que interactúan en el mismo soporte, y fuerzan al máximo las capacidades expresivas de cada uno y del conjunto.


 

En este momento en el que vivimos donde la publicidad nos inunda por las calles, en las paradas de autobuses, en la tele, en internet, nos será muy útil conocer el lenguaje de la publicidad para poder desgranarlo, comprenderlo y mantener una actitud crítica.
 Algunos anuncios han sabido dar en la tecla del marketing y se han convertido en clásicos.
Aquí os dejamos uno de los anuncios más conocidos en la historia de la publicidad.